En este lugar se guardan muchos secretos. Uno de los motivos por los que yo me enamoré tanto de París fueron estos 2 artistas. En aquellos años, cuando aún estudiaba, me cruzaba constantemente con ellos. Visitábamos los mismos clubs, nos gustaba la misma gente algo estrambótica y nos encantaban las mismas postales religiosas con efectos 3D, tipo Jesucristo o vírgenes con corazones luminosos y parpadeantes o con lágrimas que salían de los ojos. Mi colección era bastante considerable, pero el Loft de Pierre & Gilles era el templo del kitsch, es decir, de lo cursi. Por eso me encantaba tanto su arte; me gustaba todo de ellos en general. En aquellos años eran todo un fenómeno underground de los gays y para nada así de famosos como lo son ahora. Hoy en día, sus obras de arte se pueden ver en los museos más importantes del mundo; desde Nueva York hasta Tokio. Mi primer artículo como crítica de artes fue sobre ellos y además, estuve ahí, en el sótano de su estudio en Le Pré-Saint Gervais, cuando escenificaron a Nina Hagen con su novio y bebé como Familia Santa.
Curiosamente, 2 de mis iconos musicales favoritos, nunca han sido retratados: Prince – quien llevo literalmente tatuado en mi piel – y David Bowie – cuya música me llevó hasta Berlín. ¿Por qué no están ahí? Tengo mucha curiosidad; se lo preguntaré a Pierre & Gilles.
Pierre et Gilles – La Fabrique des Idoles, hasta el 23 de febrero del 2020 en la Filarmónica de París