En el séptimo cielo

La leyenda del baile Blanca Li nos invita a asistir a un “Bal de Paris” virtual en el antiguo club Le Palace. Mademoiselle Lili ha bailado con ella.


Al final, una multitud me aclama con una gran ovación. Desde el escenario les lanzo besos y me inclino como una superestrella. Mon Dieu, ¡qué subidón! ¡Qué masaje al ego! A mí, que en la vida real me sudan las manos y se me hace un nudo en la garganta si me miran más de 20 personas. Sin embargo, en la realidad virtual, estos miedos simplemente desaparecen por arte de magia. No soy yo quien está de celebración, ¡es mi avatar!

No tenía ni idea de lo que me esperaba aquel viernes por la tarde en aquella oscura sala de baile del antiguo y legendario club nocturno Le Palace, la versión parisina del mítico “Studio 54” neoyorkino. Me colocaron una pesada mochila llena de tecnología, conectaron mis piernas y brazos a sensores y, por último, me puse las gafas para acceder, por primera vez, a la realidad aumentada. El llamado metaverso del que todo el mundo habla. Afortunadamente, no se trata de los habituales disparos, peleas y asesinatos, sino tan solo de baile y fantasía. Me llevan a una Boutique de Chanel donde puedo elegir mi vestido. La “vendedora” me pide que me dé la vuelta: en un espejo virtual me encuentro con mi avatar de Chanel: una cabeza de gato y un precioso cuerpo con una delicada silueta de reloj de arena. En las mangas del traje adornado con lazos, veo las manos de otra mujer en lugar de las mías. Solo me reconozco en el espejo a través de mis movimientos, solo reconozco a mis amigos a través de sus voces. Una sensación incomparable y sorprendente. Y es entonces, cuando empieza el espectáculo.


Junto con nueve compañeros y tres bailarines profesionales, comienza un alocado viaje a través del tiempo y el espacio, primero en un gigantesco salón de baile de París del siglo XIX. Puedo pasearme libremente por él, observar a los demás o sacar a bailar a los bailarines e invitados. Bailo un vals con uno de los bailarines profesionales. A continuación, nos acompañan a un embarcadero y nos embarcamos en un paseo por un lago encantado en algún lugar de Italia, en el que sirenas con cabezas de rana nadan sincronizadas en el agua mientras noto la fresca brisa de la mañana en mi cara a través de las gafas y el suelo se balancea bajo mis pies como si fuera real. Tras una visita a un laberinto botánico, donde aprendo que puedo bailar incluso a través de muros y setos, un tranvía nos lleva de vuelta a París para bailar un Cancán francés con otras bailarinas de piernas largas. Un cabaret al estilo Moulin Rouge.



Cuando volvemos a la realidad, estoy empapada de sudor bajo las gafas y la máscara, y me siento feliz. En ningún momento de los 45 minutos de ensueño he salido de una sala de unos 200 metros cuadrados y, sin embargo, he estado en otro mundo.


 

La bailarina y coreógrafa española Blanca Li, parisina de elección desde 1992, no solo ha traspasado las fronteras entre el hip hop, el flamenco o el ballet a lo largo de su dilatada carrera, también ha coreografiado los espectáculos de Beyoncé, Kylie Minogue o Daft Punk y los desfiles de Jean Paul Gaultier, Azzedine Alaïa o Christian Lacroix. Con este espectáculo inmersivo, la artista ha roto por primera vez la barrera del sonido en el teatro de la danza gracias a la realidad aumentada. ¡Un aplauso, por favor!

 

Este espectáculo se puede visitar en París hasta (previsiblemente) mediados de marzo del 2022, en www.lebaldeparisdeblancali.com